Crítica de Aquel verano en París

Crítica de Aquel verano en París

Maravillosa película que muestra el enorme poder de las historias sencillas en las que parece que «no pasa nada».

Calificación: ⭐⭐⭐⭐⭐

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En un momento de la película, su protagonista, Blandine (interpretada por Blandine Madec), dice que ha intentado ser como los demás, pero no le ha salido. Y no le queda más que ser ella misma con todo lo que eso conlleva. En muchos casos, soledad e incomprensión.

Blandine llega a los Juegos Olímpicos de París 24 para ver a su nadadora favorita. Una mujer de la Normandía tranquila al lado del mar en el bullicio de la capital abarrotada por las competiciones, a la que le ocurren un par de sucesos banales que resaltan lo estúpido de cómo nos hemos montado este destello breve entre dos nadas llamado vida.

Eso la hace deambular por ese París bullicioso, ver a su hermanastra y su sobrina y, en general, mostrar lo solo que puedes encontrarte en la multitud, vagando por una metrópolis inmensa y desconocida.

Que suena a tópico, pero lo importante de las historias son las emociones por debajo, la capacidad de transmitirlas. Aquel verano en París lo consigue de manera envidiable.

La película es un bálsamo que hace recuperar la fe en el arte, moribunda en muchas ocasiones gracias a las propuestas que me suelo comer. Estas son una constante huida hacia adelante explotando más cosas, haciendo el montaje más mareante y poniendo más luces y movimiento bajo el que no hay nada. Carcasas vacías gritando desesperadas (y sin entender nada) que por favor no cojas el móvil, cadáveres sin rastro de emoción.

Ni de ninguna otra cosa.

Poco a poco iremos conociendo destellos de esa Blandine callada, bonachona, que traga con todo sin levantar la voz. La rara que en realidad es la única cuerda en el circo de la ciudad, junto al chaval que, como en Un ’like’ de Bob Trevino, muestra una vez más que nada puede rozar siquiera al enorme poder de la bondad y la conexión.

Todo ello en 77 minutos que no sobran ni faltan, partida y regreso de Blandine hasta la orilla de su playa normanda.

Una delicia calmada, una película con una sencillez tan increíblemente poderosa, que pasará desapercibida para muchos y así debe ser por desgracia. Una mezcla perfectamente equilibrada de comedia y drama tranquilo en las entrelíneas, Premio Luna de Valencia a mejor película en el último Cinema Jove.

Merecido, me encantó.

LO MEJOR

Todo, especialmente, la capacidad de transmitir lo importante tras una historia aparentemente sencilla.

LO PEOR

Nada.