Crítica de Ballerina
John Wick femenino con historia y personajes de papel de fumar. Para fans acérrimos.
Wes Anderson haciendo lo mismo de siempre, solo para los muy fans.
Calificación: ⭐⭐
Wes Anderson es un género en sí mismo y tiene un buen puñado de fans. Si eres de ellos, esta es otra vez la misma película de siempre y ya sabes lo que vas a ver. Si no eres especialmente adicto, no tiene ningún sentido y las manías Andersonianas te cansarán pronto.
La trama feinicia tiene guasa en su título español porque, precisamente, la trama es lo peor de la película. Me hace gracia haber leído en algún sitio que era algo difícil de seguir, porque la cuestión es que no resulta confusa por su complicación, lo que pasa es que no puedes seguirla bien porque es una historia sin remachar, un bosquejo confuso lleno de agujeros.
Pero la trama no importa por fenicia que sea, Wes Anderson viene a hacer lo suyo y lo hace: la simetría, la relación de aspecto, el ambiente de cuento, los colores, las caracterizaciones y los personajes son los de siempre.
Que ya sé que todo artista cuenta siempre la misma historia y todo eso, pero Anderson lo lleva hasta el paroxismo.
Como la historia no tiene cualidades redentoras, al ser un confuso borrador al que le falta bastante trabajo, la salvación podría estar en la estética o la actuación. Con suficiente, igual puedes conseguir ese truco habitual en las películas de este tipo, tapar sus enormes carencias plantando la duda en algunos de si lo que ocurre es que no eres lo bastante inteligente para comprenderla.
No es el caso, y viene agravado con que la estética es la de siempre y las actuaciones las mismas todo el rato, no importa el personaje. Todos declaman desapasionadamente con gesto hiératico, buscando el contraste con el diálogo que escupen, un recurso que, de nuevo, tiene demasiada poca gasolina para todo el recorrido que ha de hacer. Al final, no importa si habla Tom Hanks, Mia Threapleton o Benicio del Toro, todos hacen lo mismo y, la verdad, cansa pronto y, en vez de preguntarte si eres lo bastante inteligente o no para pillar la broma, te cuestionas si no te estarán timando.
En fin, languidez, absurdismo, estoicismo y composición simétrica con una paleta de color nostálgica de cuento. Anderson, en definitiva.
Los temas que subyacen tampoco importan mucho, porque están trazados con la misma brocha gorda con la que se pintaron las líneas de la historia: la paternidad ausente, el intento de reconexión, la riqueza desmedida, sus efectos… Meh, igual hay alguna clase de mensaje en ese potaje, pero deja de importar porque el surrealismo absurdo de Anderson ya no tiene fuelle a la media hora, la ausencia de emociones en las interpretaciones es contagiosa y acabas pidiendo al árbitro que por favor pite el final.
Si eres muy fan, adelante, es Wes Anderson, ve y compra tu dosis, aunque ni siquiera los más acérrimos pensarán que está entre las mejores.
Si no lo eres, hay ofertas infinitamente mejores de este director, como The Royal Tenenbaums, Fantastic Mister Fox o mi manía favorita, aunque sea muy imperfecta, pero resultó mi primera introducción a Anderson en un viejo cine hace ya casi 20 años, The Darjeeling Limited.
Le iba a poner una estrella, pero como valoro que un artista haga lo que le dé la puñetera gana (aunque siempre sea lo mismo), ahí está la segunda.