Crítica de Sting: Araña asesina

Crítica de Sting: Araña asesina

Terror de serie B puro y duro que parece sacado de un VHS, pero demasiado predecible

Calificación: ⭐⭐

en

La semana pasada se me jodió el cine y aún lo estoy lamentando. Porque los primeros treinta minutos de Tierra de nadie me parecieron estupendos y el sonido falló, así que coitus interruptus y que la película ya no estuviera programada cuando volví esta semana a mi cine habitual.

Una verdadera pena que me hizo elegir esquivando Blancanieves o Minecraft como trampas de un templo maldito. Así que quedó Sting, una película de terror de serie B australiana del año pasado, hecha con cuatro duros y algo de voluntad, pero demasiado predecible.

Buen comienzo y poco más

Sabiendo a lo que te metes, Sting no empieza mal, deja claro que va a ser un terror del tipo atrapados con la criatura y presenta algunos elementos curiosos. Pero a partir de ahí, gira 180 grados para desarrollar un drama familiar visto mil veces, mientras tú has ido a ver a una araña matando gente.

Eso hace que toda la parte media de la película se arrastre, porque tú quieres sangre y muerte, pero tienes delante una peli de sobremesa de Antena 3 (¿existe todavía esa cadena?).

Ese cambio no le favorece y el hecho de que, al menos, trate de homenajear un poco Evil dead con el tono, cierto humor fallido y algunos movimientos de cámara no salva la película.

Tampoco lo hace esa pátina nostálgica como de otro tiempo que le ponen, un VHS de los ochenta, que hasta trata de imitar la fuente de letra de ese engaño mediocre llamado Stranger things.

Ya que te pones, no sé, aunque yo odio el timo de la nostalgia, apuesta todo a ella y explora un poco más por ahí, por aquello de que siempre es una trampa fiable para señoras y señoros de mi generación… Pero nada.

El problema de ser demasiado predecible

Cuando te sientas sabes que no asistirás a ninguna revolución del género, pero algún que otro doblez o sorpresa hubiera estado bien, digo yo. Todo discurre por donde esperas y lo malo es que lo esperas desde demasiado pronto y son opciones demasiado perezosas y poco originales. Así, no solo Sting no sorprende, sino que estás esperando que ocurra lo que han dejado caer antes y eso hace que lo pase entremedias no importe mucho.

Especialmente, porque es lo que la película ya te ha telegrafiado.

Este es un caso de rifles de Chéjov demasiado obvios, de modo que las premisas y resoluciones (o setups y payoffs en inglés cuando hablamos de historias) se ven a la legua, robando todo rastro de suspense.

Me resulta curioso narrativamente, porque es justo el problema contrario a Mickey 17.

Si allí las resoluciones aparecían prácticamente de la nada, sin haber planteado inicialmente la premisa de la que surgen (o más bien, sospecho, dichas premisas se quedaron cortadas en la sala de montaje, lo que tiene delito considerando lo que se emplea en contar mil acontecimientos a ninguna parte), aquí ocurre lo contrario. Las premisas clave destripan lo que va a suceder, dejan caer que lo que no tenga que ver con ella será irrelevante y, encima, son muy mediocres.

Por ejemplo, desde muy al principio se deja caer una premisa demasiado obvia de que las bolas de naftalina afectan al monstruo. Como pasa con la del compactador de basura que no funciona bien y uno de los protagonistas está intentando arreglar también al principio.

Así, en los primeros diez minutos ya sabes cómo va a terminar la historia y es tan obvio que, aunque no hayas visto la peli, conozcas al monstruo, los personajes o cualquier otra cosa que ocurre, creo que cualquiera que lea el párrafo anterior ya sabe el desenlace.

Eso hace que todo lo que ocurre entre medias, todo personaje y todo intento que no tenga que ver con esas premisas sea inútil narrativamente. Solo es relleno hasta que se active durante el clímax la resolución de los planteamientos citados.

¿Red qué…?

En algunos casos, las historias intentan subvertir las expectativas del espectador o lector, haciendo que esas premisas sean pistas falsas o red herrings, de modo que te lleves una sorpresa porque creías que iba a ser eso tan obvio, pero luego no.

Eso no ocurre aquí. Todo lo que crees que pasará ocurre, y el problema es que, hasta llegar ahí, plantean un drama familiar también visto mil veces, pero tú has escogido la película para desconectar precisamente de cosas así. Los pocos toques de humor a lo Raimi o los personajes más estrambóticos no ayudan y se quedan en balas de fogueo, con lo que no hay emoción ni adrenalina.

Todo eso provoca el curioso efecto de que la película dura 91 minutos que parecen mucho más hasta una resolución que hueles desde los trailers anteriores a la película, de modo que no hay emoción.

El cierre postclímax también es muy ochentero, con el típico de nos hemos cargado al monstruo, pero parece que esto no ha terminado. Meh, peli de las que iban directas a vídeo cuando yo era crío, un concepto que igual ni entiendes a menos que tengas más años que el sol. Supongo que, al menos, no vi Minecraft.

LO MEJOR

La niña protagonista y no me puedo creer que yo diga esto. De hecho, la segunda estrella es por ella solamente. La ambientación y el estilo que recuerdan un poco a Evil dead tampoco están mal, pero no echan sal a una historia demasiado sosa.

LO PEOR

Todo es demasiado predecible, igual que el drama familiar de todo el punto medio de la película, lo que hace que incluso 91 minutos se hagan largos.