Crítica de Ya no quedan junglas

Crítica de Ya no quedan junglas

Absurda película 'noir' de venganza que te deja patidifuso por la extrema ridiculez de todos sus elementos.

Calificación:

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He aquí una historia tangencial sobre el libro en el que basa esta película. Hace muchos años (porque de todo hace ya muchos años), me presenté a un concurso de novela negra y quedé finalista. Durante algún tiempo, estuve atento al concurso por si me presentaba de nuevo, de modo que recibía información sobre sus convocatorias y ganadores.

Unos años después, la novela Ya no quedan junglas adonde regresar, de Carlos Augusto Casas, ganó ese certamen. Su portada y su título, ambos curiosos, se quedaron rodando por el fondo de mi cabeza, mientras la mayoría de mis recuerdos se desvanecen.

Y he aquí que me topé en la cartelera con la película de marras basada en el libro.

Mi intención era Paul Thomas Anderson y su Una batalla tras otra, pero era una tarde de pereza en la que no me apetecían casi tres horas seguidas en la butaca.

Maldita la hora…

Porque no sé cómo será la novela, pero el amigo con el que suelo ir al cine definió perfectamente la película:

No voy a decir que sea mala, porque es que es simplemente ridícula.

Y tiene toda la razón, es imposible abstraerse de la suprema ridiculez y absurdo de todo. De los personajes, de sus acciones, de la secuencia de eventos o sus resoluciones, y hasta de las pelucas que gastan Megan Montaner, Karra Elejalde o Diego Anido, cuyo increíble talento se malgasta en una caricatura dantesca de yo qué sé, con otro mapache más en la cabeza, igual que buena parte del casting.

La mayor virtud de la película es que solamente dura 89 minutos, pero eso encima juega en su contra con una secuencia de hechos aturullada y sinsentido donde ocurren cosas, pero ninguna tiene lógica, sentido o ni siquiera un mínimo atractivo. Desde personajes (ni uno original, que ya es mérito) que aparecen como por arte de magia en el momento y lugar adecuados (para hacer un ridículo tras otro), hasta escenas imposibles donde todo el mundo parece idiota perdido.

Ni qué decir tiene que el constante florecimiento de mil tramas y personajes por todos lados, y que no caben, tampoco aportan mucho al ser superficiales y puros tropos innecesarios.

El argumento tampoco es un dechado de originalidad: prostituta muerta, abogados ricos sospechosos, inspectora alcohólica (no, el topicazo cambiado de género no le concede originalidad)…

A eso hay que añadir cero muertes interesantes y el hecho de que sean imposibles de ejecutar por un anciano septuagenario que, de alguna manera, se teleporta de manera imposible a asientos traseros de coches, tiene alguna clase de invisibilidad para esquivar guardaespaldas, persuade con un par de frases baratas a la inspectora para que gire 180 grados en su actitud o aparece justo donde huye el personaje al que persigue, aunque sea imposible que sepa que aparecerá allí.

Atención al grito desnudo en el balcón bajo la lluvia, sonrojante, a la altura de…

Vader y su gritito ya tiene sucesor

Los diálogos van a juego, cliché tras cliché del género negro e imposibilidades como el final entre la inspectora y su compañero. De todas formas, mejor así, porque cuando intentan ponerse profundos o filosóficos en las conversaciones, vuelve a planear el ridículo más extremo.

Hay algunos destellos y posibilidades, pero la película decide no explotarlos en favor de mil tramas nada interesantes. San Sebastián como escenario, por ejemplo, es totalmente desperdiciada, igual que el tema de El Tigre, el único personaje que parece medianamente interesante, así que por supuesto se deja como una nota al pie, aunque al menos participa en la única escena salvable de este circo.

La química entre Karra Elejalde y Ron Perlman es completamente nula, si querían hacer una especie de buddy movie geriátrica, mala suerte, porque de nuevo todo es irrisorio.

De hecho, la estrella que le he puesto no refleja la extraña fascinación que me tenía sin pestañear por semejante descarrilamiento, en una mezcolanza de tonos que no saben a qué juegan y que intentan tirar todo contra la pared, para ver si algo se queda pegado.

No lo hace.

«¿Y tú perdiste contra esto?» Preguntó mi amigo.

En realidad no, yo me presenté varios años antes, pero qué más da. Luego me dijo que me leyera el libro y le contara si era como la película, pero esta me quitó las ganas.

LO MEJOR

La escena del Tigre.

LO PEOR

La extrema ridiculez y sinsentido de todo, te deja ojiplático ante la falta de lógica, o las resoluciones y actitudes imposibles.