Crítica de F1

Crítica de F1

Un anuncio de dos horas y media de la Fórmula 1 y un vehículo previsible de lucimiento para Pitt

Calificación: ⭐⭐

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Esto no es una película, es un anuncio de la FIA o quien sea que gestione la Fórmula 1, que me importa un bledo, la verdad. Le sumas que también venga Emiratos a meterte el publirreportaje turístico y vamos a llamarlo película porque sale Brad Pitt.

Y además, el guionista no se ha calentado la cabeza, metiendo todos los tópicos del género y ni un mínimo de novedad, imprevisibilidad o yo qué sé, algo que no sea el mismo esquema que aquellas películas deportivas de los ochenta donde los perdedores ganan ante equipos y rivales mucho más poderosos.

Ya sé que uno no viene al cine a ver la realidad, sino a escapar de ella, pero no hubiera estado mal haberle puesto un poco de ganas a algo, además de al diseño de producción. Este es impecable, claro, porque tiene que ser escaparate impoluto de quien te paga y debe salir bien en la foto.

Terapia de sustitución de testosterona

Las películas de acción de héroes talluditos con andropausia, que se chutan un poco de TRT y enseñan a los jóvenes «cómo hay que hacerlo» es todo un género en sí mismo en la actualidad, demostrando que el ego no sabe envejecer.

Antes, ese género parecía casi poblado íntegramente por Clint Eastwood y, si eras de más caspa, por Charles Bronson y derivados que ya no se recuerdan de la serie B.

Esto es lo mismo, un Pitt de más de 60 años que se hace pasar por uno de 50, vuelve a las carreras porque no hay nadie más que pueda salvar al equipo que agoniza.

Pitt no interpreta a un personaje, sino a un tópico, el genio que pudo ser y no fue y todo eso, que tiene una última oportunidad para la gloria, ofrecida por un Bardem que le pone unas ganas mínimas. Si acaso, el carisma de ambos le imbuye un poco de vida al tema, pero es difícil salvar tanto cartón piedra (bien pulidito, esto sí).

No merece ni hablar más o contar lo que sucede, porque aunque no la hayas visto, te sabes la película. El joven arrogante que acaba moldeado por Pitt y lo que debe ser, el llevarte a la chica y el momento de gloria, porque ganan los buenos en un contexto donde no los hay, pero vale.

En serio, es que ni un giro ni sorpresa ni nada.

Al final, todo es una excusa para el brillo, el lujo y el glamour vacíos de un deporte donde manda el dinero y no la habilidad desde hace mucho. No es de extrañar que le venga como un guante el spot turístico final de Emiratos, porque viene a ser la misma esencia ausente.

Cuando empiezan los títulos ves que la produce Bruckheimer, con lo que ya sabes lo que vas a ver, estilo sin sustancia, el mínimo común denominador, acción sin alma y un cierto entretenimiento, porque reconozco que hay algo de oficio a la hora de meter una tensión en carreras donde no existe casi nunca.

Todo es un poco sonrojante en muchas ocasiones (como esas reuniones de estrategia de equipo), pero la película conoce a su público y sabe que esas mierdas les flipan.

En fin, pura testosterona sintética y olor a Brummel, mezclado con imaginería de Instagram y TikTok más cameos de pilotos famosos (sí, también Alonso). Ya sabes, para que haya un poco de chute barato de dopamina al reconocer algo que sale en pantalla.

Si eres muy fan de la F1, pues yo qué sé, adelante supongo. Son dos horas y media (ya me dirás para qué) de publirreportaje, pero es cierto que no las más aburridas del mundo.

LO MEJOR

Si te dejas llevar y desconectas, entretiene un poco.

LO PEOR

Es un anuncio de dos horas y media y, si eres tan tonto como yo, pagas para ver publicidad. Y además, es increíblemente previsible dentro del género.