Crítica de Ya no quedan junglas
Absurda película 'noir' de venganza que te deja patidifuso por la extrema ridiculez de todos sus elementos.
Una historia que podía haber dado para más, lastrada por personajes tópicos y conflictos a medio cocinar.
Calificación: ⭐⭐
13 días y 13 noches parte de una historia real con la que parece que no puedes fallar. Durante la caída de Kabul de 2021, la embajada de Francia es la última en evacuar su personal y tratar de salvar a quien se acerca a sus puertas. Así, nos encontramos ante una especie de lista de Schindler, pero sin interés, tensión o riqueza emocional como en aquella.
Se nota que a la película la han dotado de medios, pero enseguida queda lastrada por varias cosas que suelen jugar en contra de este tipo de historias.
La primera es que, al tratarse de una película basada en hechos reales, te tienes que ceñir más o menos a lo que ocurrió. Lo cierto es que, por loable que fue lo que hicieron, parece que no pasó nada especialmente grave o interesante, lo que le quita la posibilidad de generar tensión, drama y lo que suele definir a este subgénero de películas.
Argo es un mejor ejemplo de ejecución (aunque tampoco demasiado), y para ello sí se saltan a la torera lo que ocurrió, ignorando el enorme papel de los canadienses y haciendo de los estadounidenses los héroes. 13 días y 13 noches se ciñe más a lo ocurrido, pero lo que ganas en fidelidad, lo pierdes en entretenimiento y drama.
Los otros dos problemas podrían haber sido mejor resueltos con un mejor guion.
Moh, el protagonista, es un personaje real y una especie de ángel en la tierra. No niega nada a nadie, siempre escoge la mejor decisión y, prácticamente, se pone sobre los hombros toda la operación y sale bien casi sin inconvenientes (ese es el otro gran problema que veremos un poco más adelante). La cuestión es que personajes así son como Superman, muy poco interesantes.
Pero el problema más grave no es él, lo cual ya da cuenta de con qué bueyes tendremos que arar, sino los que le rodean, un conjunto de tópicos en las películas de este tipo:
La chica de la ONG que solamente está ahí para ser contrapunto de los talibanes, su trato a la mujer y tratar de manufacturar drama con una madre lastre.
Luego está la periodista topicazo de estos mondongos. Mujer de mediana edad de vuelta de todo, combativa, etc. Al final, se convierte en otro lastre fastidioso que, como pasa con el resto de personajes (como la madre de la chica de la ONG), hace muy difícil que conectes con ellos y, de hecho, en ocasiones deseas que desaparezcan de una vez, a ver si dejan espacio a algo más interesante.
Los demás personajes ni importan.
El embajador es aparentemente otro ángel, luego hay una serie de refugiados artistas también irritantes y que, si se quedan atrás, resultaría otro alivio.
Mención especial al otro mando del cuerpo de seguridad de la embajada, que se supone que está ahí para hacer de contrapunto y conflicto con Moh, pero que de nuevo queda reducido a tópico que apenas pinta nada, porque los conflictos no son creíbles y, de hecho, no son ni conflictos.
El problema de una historia en la que todo sale bien es que es maravilloso para la vida real, pero terrible para una película.
Es por eso que, dado que optas por la realidad, no vas a hacer una película de acción donde se abren paso a tiros hasta el aeropuerto, o en la que llegue la Legión Extranjera como el Séptimo de Caballería. Vale, comprensible y mejor así, pero entonces tienes que crear alguna otra clase de conflicto, aunque el guionista no parecía tener muchas ganas.
Ese conflicto, en la película, se suele resumir en que parece que va a pasar algo, comienza a generarse algo de tensión con situaciones vistas mil veces y, antes de que dicha tensión alcance algún punto de cocinado o ebullición, termina.
Y de maneras muy anticlimáticas.
Pequeño ejemplo. El cuerpo de seguridad de la embajada tiene dudas sobre si podrá llevar a toda la gente al aeropuerto. El personaje principal dice que tratarán de salvarlos a todos, su supuesto antagonista dice que no pueden, ponen en peligro a todos y tienen órdenes de no hacerlo. Deciden votar y, sin motivo alguno, el antagonista que insistía en que no pueden llevarlos a todos vota enseguida a favor del protagonista y contra lo que acaba de decir segundos antes, deshaciendo el conflicto antes de que este madure.
Otro, los talibanes dicen que solo pueden salir los franceses. El protagonista dice que todos, parece que va a haber tensión y, antes de que pueda subir la temperatura, salen todos sin que los franceses parezca que cedan en nada y arreglado.
Luego les paran a medio camino del aeropuerto y parece que va a pasar algo por fin. En el último instante, el jefe de los talibanes que los detiene le dice al protagonista que haga una especie de declaración de que todo es bajo su responsabilidad o algo así (ya no pretendía buscar lógica a las soluciones), este graba un audio en el teléfono del talibán y les dejan pasar.
Por qué, o qué gana ese talibán con eso, ni se entiende ni se explica.
Al final todos se salvan, todo sale absolutamente bien, no hay decisiones difíciles, situaciones mínimamente originales ni pérdidas que dejen cicatrices, como mucho, algún rasguño sin consecuencia. Incluso cuando parece que algunos personajes se ven afectados por el acontecimiento que ocurre hacia el final… Tampoco es así, otro disparo más de fogueo, donde todos están y salen bien.
En general, el problema de la película es la introducción de artificios que hemos visto ya demasiado y que no tienen consecuencias, a fin de aderezar una historia que no da para mucho tal y como la han planteado.
Más ejemplos de intentar manufacturar algo para que luego no influya en nada son la soldado estadounidense metida con calzador, el tipo-tópico habitual de estas historias que está en París, sale un instante para ordenar que no hagan la heroicidad que pretenden y luego desaparece sin que de nuevo haya consecuencias o afecte en nada. Y qué decir de los afganos sospechosos hablando por teléfono, otra supuesta semilla de conflicto más que no crece hacia ninguna parte.
Todo eso hace que las casi dos horas que dura sean una planicie en la que no tienes la impresión de que nadie vaya a quedar atrás o esté en peligro realmente.
Esa tensión es lo único que tienen películas de este estilo, pero aquí es un pollo a medio cocinar.